sábado, 9 de febrero de 2008

Primera nota

El ecoidiotizante.


Una obstinada canción se mantiene en mi, desde hace días la tarareo sin saber quien es el compositor o el interprete- uuu, ooo, la, laa la, la- probablemente sea una canción gringa de esas concebidas de acuerdo al ISO que la industria musical popular solicita: fácil de aprender, ritmo pegajoso y letras simples.


No es la primera, ni será la última vez que una canción se adhiera en el subconsiente de una persona, la industria de la comunicación y el entretenimiento hacen de cada uno de estos productos, una especie de droga, y comercializan con ella utilizando los medios de comunicación, en este caso la radio, como distribuidores de este producto.


Los grandes capos y los cárteles radiales como Prisa, y Godo en España y muchos países de latinoamerica, o RPP y CRP en Perú, por mencionar algunos.
Pero esta comparación que es incomoda para los que son parte del los medios antes mencionados, tiene un sustento claro y definido.


Desde hace algunos años la radio musical se ha convertido en un Jukebox, rockola o máquina automática de canciones limitadas, pero no al gusto del oyente sino al placer y elección del programador, que para los fines mafiosos sería el dealer local.
Para conocer como funciona este medio idiotizante musical es necesario mencionar que las grandes cadenas radiales en el mundo se utilizan sistemas de “alta rotación” que consiste en que el programador o el director de la radio y algún productor , que muchas veces uno solo cumple estas funciones, elige un grupo determinado de canciones que no superan las 200 o 300 con el fin de rotarlas en el transcurso del día. Estas canciones respetan además el formato musical al que pertenece la radio: recuerdo, crossover, éxitos, hispano, etc.


En el Perú este proceso de selección podría ser parte de la mejoría si fuera realizado por personas conocedoras de música en el sentido real del término o por lo menos informadas de los efectos psicológicos masivos que esta produce en la sociedad, pero por desgracias es parte de la peoría, pues los programadores de las radios locales son improvisados curadores radiofónicos, que basan sus conocimientos en el aprendizaje de títulos de canciones y sus autores. Esa elección esta muy lejos de ser una adecuada selección musical que rime y conjugue tonalidades , ritmos y notas, de determinadas culturas pentatónicas, dodecafónicas, vanguardistas o cualquier criterío musical que acompañe dicha selección. Muchos de los encargados de elegir la música que la gente debe escuchar en el Perú no tienen toda la culpa de ser tan mediocres, pues en los últimos 20 años la calidad educativa en el país se vió maltratada y se la dejó de lado tanto que hoy ocupamos los últimos lugares de educación en el mundo.

El medio radiofónico musical peruano está saturado de nostálgicos y frustrados programadores y productores que encuentran las décadas de los ochentas y noventas, como mejores y maravillosos.
Así mismo se ha escuchado de la resurrección de aquellos dinosaurios de los sesentas y setentas, que han reclamado una porción importante de la torta del Survey.


Pero la radio no se detuvo en los sesentas u ochentas, más bien se transformó en una horrible estrella pop que no quería ser negra o una conductora de reality shows que no quería envejecer. Este fenómeno que ahora tenemos que soportar es efecto de muchas otras problemáticas sociales y hasta políticas que sobrepasaron sus límites en el afán de dominio.

Pero este fenómeno ecoidiotizante de repetir canciones cada hora, no sólo sucede en el Perú sucede en todo el mundo , con la diferencia que estas drogas acústicas en otros sitios han evolucionado y el peyote y los hongos que aquí se consumen son ácidos y productos químicos en otros lados.
La radio musical en la actualidad debe ser efectiva, inmediatamente exitosa, esta radio ya no es medio de comunicación, es reproductor, es un semental y tiene un propósito claro: el mantener la especie idiotizada, drogada y aislada de su realidad.


La radio cuando era un medio nuevo con insospechadas posibilidades de desarrollo, emocionaba, involucraba, creaba, soñaba y proponía.
Hace 80 años Bertolt Brecht alucinaba así las posibilidades de la radio:


"La radio podría ser el más gigantesco medio de comunicación imaginable en la vida pública, un inmenso sistema de canalización. Lo será cuando no sea sólo capaz de emitir, sino también de recibir. En otras palabras, si consigue que el oyente no sólo escuchase sino también hablase, que no permaneciera aislado, sino relacionado".


¿Será posible que hayamos involucionado y que ahora los simios tengan dominio sobre las radios?
Qué está sucediendo con el medio radial, qué sucede con sus formatos, cual es su contenido, por qué tenemos la necesidad de escuchar lo mismo a cada instante.
Muchas preguntas que nunca respondemos, ni siquiera las hacemos.


El medio es reflejo de la sociedad y de su educación, el oyente es el cliente y él siempre tiene la razón, mientras el receptor siga siendo pasivo no se cumplirá la intención implícita que posee la comunicación, feedback.
En el medio radiofónico musical se debe poner fin los grandes capos de esta droga, a los dealers internacionales y aquellos de barrio, que ayudados por el anonimato que les otorga el micrófono, siguen aniquilando las neuronas artístico-musicales que el ser humano posee, es necesario eliminar esta sustancia que viaja en combis, autos, trabaja en oficinas y centros comerciales, es indispensable expulsar al alienígeno de nuestros hogares.
Para el hombre, solitario, carente de espiritualidad, angustiado económicamente, y desprovisto de herramientas que le ayuden a crecer intelectualmente, la radio de hoy se convierte en una droga, que responde a la segunda definición que la Real Academia de la Lengua le otorga:

“Sustancia o preparado medicamentoso de efecto estimulante, deprimente, narcótico o alucinógeno”.

Si leemos esta definición será necesario respaldarla por otra que se le otorga a la palabra exceso. “Cosa que sale en cualquier línea de los límites de lo ordinario o de lo lícito, abuso delito o crimen”

El hombre es la única especie que persiste en el error, y por naturaleza autodestructiva, somos conscientes que todo en exceso hace daño y si es de mala calidad doblemente malo será, las radios musicales en la actualidad son malas en calidad e intención, no permitamos que el ecoidiotizante de las radios se aproveche del miedo al silencio que nuestra sociedad padece, detengamos la pandemia de ignorancia que hoy nos amenaza, exijamos calidad en el éter radiofónico.