martes, 26 de agosto de 2008

Oda al tulipán.

El grupo peruano que prefiero más aún que Frágil es Frágil.
No se exactamente cuando empezó a gustarme este grupo, el concepto frágil fue algo tan vigente en la generación a la que pertenezco, aquella de los 80s de caballo loco, que sólo por el nombre de marras ya me gustaba.

Esos años me sentía frágil, mi entorno era frágil, nuestra economía también lo era, todo estaba en el borde de irse por la borda.
Era parte de un grupo de chibolos, inexpertos, neófitos musicales, sin ninguna educación sonora, acostumbrados a sirenas y apagones, que eventualmente podíamos escuchar Locomía o a Chachi Lujan sin sonrojarnos , nosotros mozalbetes, de quinta, pululábamos con permiso o sin el, por los pubs y bares miraflorinos y sanisidrinos, donde los grupos hacían sudar la gota gorda a sus asistentes, el rock en castellano estaba de moda y habían distintas propuestas alternativas a las argentinadas y españoladas que a diario las radios machacaban.
Una de esas propuestas era Frágil, cinco tíos que tocaban una canción famosa por esos días, que no quiero mencionar por detestarla ahora luego de escucharla 60 millones de veces, y recordarla cada viernes sangriento.
Ellos no solo tenían esa canción, aunque hasta hoy muchos crean lo contrario, en sus conciertos comenzábamos a descubrir canciones inmejorables, Serranio, Mundo raro, Caimán (himno), Pastas pepas y otros postres, entre otras que convirtieron a 3 o 4 amigos en enceguecidos barras bravas del Tarot o el Pub los olivos.
Frágil se convirtió en nuestra señal de la santa cruz, todo era antes y después de ellos y la gente que nos rodeaba obtenía nuestro cielo o condena de acuerdo a la respuesta de la siguiente pregunta: ¿te gusta Frágil?

Fueron años de pura y sincera fanaticada, amor del bueno, puro y bello, sacrificio de cuerdas vocales y noches en vela por el aprendizaje de las letras, paso y repaso de casetes, conversaciones prolongadas y conversatorios callejeros sobre la intensión e inteligencia de las estrofas y partituras, éramos unos pobres poseídos, estábamos frágiles.

El tiempo pasa como un condor, vuela tan alto que nadie lo ve, y cuando te das cuenta el carroñero te comió 20 años y ahora solo son recuerdos, el tiempo pasa para los fanáticos y también pasó para aquellos músicos, no voy a disimular si alguien hace daño, ellos, los que iban en ese camión mentado, desafiando al arte de copistas, aquel puño que era toda la fuerza, los que fabricaron un mundo raro, hoy no sueltan su imaginación, han quedado atascados, entre sus propias caras, no miles sino cinco, Pilón se llevó más que una canción pareciera que en Yurúa el terreno fuera árido, ya no hay color, no hay floral, todos los días van siendo para ellos igual, han pasado 22 años, desde que los escuché por primera vez, ya no importa, primero lo primero solos ustedes y yo quedaremos y mientras el viento se levante así como el esperma al esperma, corro hasta donde están, me equivoque no eran ellos, me negué a mi mismo no volver más a verlos, no voy a disimular, voy a golpearles un brazo, les daré la espalda a su vida ya no se quienes son los que van por ahí cantando sin poder reír, ¿cuánto hay? ¿Cuánto hay? ¿Por qué el tayta se dejó vencer?

Gastan yendo a pollerías, ¿qué fue del terruño? ¿Acaso no recuerdan las vocales que los despidieron cuanto de este tiempo ya paso? No hagan de limosneros por favor detengan el burdel.
Pasaron más de 20 años, maldita la hora pues en que decidieron morir en una fría avenida de la que nadie los podrá sacar, duermen en medio de los perros, perdieron su vereda, ahora son la presa, han llevado su vida de aquí para allá; pero, ¿quién soy para juzgarlos, quién? , yo que soy cautivo desde antes de nacer, ahora estoy frágil, quiero pensar en que recién llega la constelación, advierto que llega la oda al tulipán... ¡la tierra clama cholita, la tierra clama, el viento se levanta en vuelo y revuelo, la calles están desiertas, niños vengan todos escuchen la voz, no pierdan puntadas frágil regresó!